miércoles, 29 de julio de 2009

EN LA INTIMIDAD CON GILBERTO GILL

Con un montaje austero, sin juegos de luces ni abalorios, y la mitad del aforo previsto (sólo vendió 1.200 entradas), Gilberto Gil no perdió la sonrisa durante su concierto y aprovechó el momento en el que afinaba su guitarra para bromear: "Es que con este calor las cuerdas de nailon se desafinan rápido". Risas. "Pienso ahora en las grandes bandas de rock que van con 20 guitarras, una para cada canción y ¡todas afinadas!". Y ahí se ganó al público.Ya lo advirtió. Su concierto iba a ser más íntimo, más suave. Lo cumplió con creces. Sin perder la sonrisa y con un delicado sentido del humor, Gilberto Gil (Salvador de Bahía, 1942) repasó su cancionero más clásico -con alguna novedad de su último disco- ante un público al que le costó entregarse, pero que se aceleró a ritmo de samba.A diferencia de una gran parte de los asistentes, Gil apareció triunfal y puntual. Se acercó con pequeños brincos y sonrió. Era el presagio de una velada en la que el artista no perdió fuelle y se entregó bastante más que su público. Atrás quedaron el político -fue ministro de Cultura brasileño de 2003 a 2008- y las inconveniencias del protocolo.

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